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lunes, 7 de mayo de 2012

LO QUE NUNCA PUDIERON

Un signo de los tiempos que corren: San Lorenzo se juega su continuidad en Primera, pero sólo le permitieron a 2.200 cuervos estar presentes en Floresta.
El ensañamiento contra la hinchada de San Lorenzo no es una percepción paranoica ni tampoco producto de la casualidad. Después del ´82 y -sobre todo- después del título del ´95, el establishment movió una y otra vez sus fichas para negarle a La Gloriosa el lugar que le corresponde. 


Utilizaron todo tipo de restricciones para desorientar y desalentar a los sanlorencistas: desde la designación de horarios extremadamente incómodos hasta la determinación de imprevistos e injustificados cambios de fechas y sedes, pasando por la aplicación de sanciones medidas con una vara muy distinta que la usada para casos similares o aún más sancionables. Pero lo peor de todo es que ya lo naturalizamos


Las inspecciones siempre tienen una rigurosidad lapidaria en nuestro Club, mientras permanecen habilitados estadios inseguros e impresentables, como los de All Boys, Tigre o Atlético Rafaela. Si se rompe un vidrio en el Bidegain, es escándalo mediático por cadena nacional, pero pueden balearse a mansalva en la Bombonera que a nadie se le ocurrirá exigir suspensión alguna. 


Ni hablar de los problemas que continuamente debe padecer el cuervo de ley en condición de visitante, sobre todo en el interior del país, donde el abuso policial es recurrente. Y sin pretender asestar golpes bajos, ya vimos, por ejemplo, cómo reaccionó esta administración de Gobierno -e incluso algunos medios partidarios- ante el caso Aramayo. 


¿Pero cómo pedirle al Oficialismo de turno que vele por el interés de nuestra gente si ni siquiera trabajó para imponer y hacer respetar el valor agregado que significa defender la camiseta del Ciclón? 


Desde hace años San Lorenzo cayó en un pozo de costumbrismo en el que se acepta todo. Cada vez más desprotegido y desamparado, el hincha también está cada vez más acostumbrado al sometimiento, a no reclamar por sus propios derechos. Esta realidad es absolutamente intolerable. 


Este fin de semana, el Club se jugaba una verdadera final, un partido demasiado trascendente como para que sólo lo presenciaran 2.200 espectadores. Pero, más allá de las papeletas de protesta durante la salida del equipo ("Fútbol para todos, entradas para pocos"), nadie levantó la voz. Lo mismo pasó en Banfield (a pedido de los organismos de seguridad) y probablemente lo mismo pase en Tigre. 


Sabemos del ensañamiento contra La Gloriosa y entendemos perfectamente por qué nos están privando de jugar estas jornadas decisivas con su aporte invaluable, tantas veces demostrado a lo largo de la historia. Lo que nunca vamos a entender es que nos resignemos a aceptarlo.

Fuente: De Boedo Vengo

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