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viernes, 18 de mayo de 2012

JUVENTUD, DIVINO TESORO

La fallida participación en la Copa Argentina promueve la reflexión sobre el pésimo trabajo desarrollado en las divisiones menores y la mala gestión para reforzar.

Se movieron los cimientos. En San Lorenzo se movió el piso. La obsesión copera se trocó por escapar desesperadamente de la Promoción. El objetivo de máxima, pelearle mano a mano al San Pablo de Tele Santana y de ahí para abajo al que se plante, se modificó por la expectativa de "zafar" de todo en la última fecha. "Zafar de todo", una frase que emula ser un crucero al Caribe más templado. Zafar del Descenso directo, zafar de la Promoción. Y también zafar de la Auditoría, y de la reforma de Estatuto.

Zafar de la dignidad, esquivar el honor, ganarle el lateral a la vergüenza y mandarle un centro de precisión relojera a cuanto oportunista pise el área grande de la corrupción. San Lorenzo nunca pudo, desde la partida del Cura Lorenzo, escaparle a esta jugada preparada. Su gente mantuvo intacto el lugar de privilegio en la consideración popular, un lugar que institucionalmente se rifó, tanto en AFA como en el rectángulo verde.

Se está acostumbrando el hincha de San Lorenzo a esta nueva cultura que pondera un modelo de gestión soberbio y deshonroso.

Resulta peligroso acostumbrarse a no ganar, acostumbrarse al maltrato dirigencial, acostumbrarse a la no participación, acostumbrarse a mendigar, a ser manoseados por la trilogía AFAPrensa-Clubes chicos. Muy peligroso resulta acostumbrarse a combatir gerenciamientos, acostumbrarse a ver jugadores de medio pelo, a no salir campeón más que una o dos veces (con muuuucha suerte) por década. Resulta peligroso acostumbrarse al aliento por vergüenza, a conformarse con ser "uno de los grandes" y no tener el coraje de sentirse "el más grande".

Todo esto resulta peligroso porque se denigra la investidura de los antiguos, porque se deja de poner en la punta de la pirámide los intereses de San Lorenzo, que son los únicos intereses válidos. Es peligroso porque se achica a pasos agigantados la grandeza que nos gusta lucir. Dinamita nuestro orgullo, pisotea nuestra bandera. Los intereses de San Lorenzo, relacionados con una chance de futuro en Boedo, con constituirse en una marca fuerte y confiable generadora de negocios (ingresos genuinos para el Club), relacionados con la gloria deportiva, donde no se desprecia ninguna competencia, como acaba de suceder, finalizada la participación de San Lorenzo en la Copa Argentina, torneo que no debía distraernos sin que ello significara resignarlo.

Casi todos los equipos de Primera División jugaron con equipos alternativos o suplentes, lo que posibilita que los pibes del club puedan foguearse y haya más oportunidades para los que habitualmente hacen banco. Boedo no fue la excepción: alternando diferentes formaciones, fue dirigido por tres entrenadores en cuatro encuentros: Esteban González, Madelón y Caruso Lombardi. Se le ganó a Villa Dálmine superando momentos de zozobra y no se pudo superar a Chacarita ni a Barracas Central, equipos de dos categorías por debajo del Ciclón. Nos elimina River, otro equipo de la Segunda División, dejando evidenciada una falta de trabajo y planificación en cuanto a inferiores y desarrollo de jugadores juveniles pensando a mediano plazo. Cualquiera sea la evaluación sobre esta participación, no puede dejar de estimar la pobre actuación de nuestros pibes, la falta de coraje y rebeldía. ¿Cuándo van a explotar Chávez y Sebastián González? Y tampoco hay que hacer la vista gorda a la hora de analizar la productividad que tienen en San Lorenzo los refuerzos que fueron aprobados por la Secretaría Técnica, como el Búfalo Martinez, Méndez o Tellechea. No se puede armar con este plantel un equipo alternativo serio. Hace años que no sale un juvenil rompiendo el molde. ¿La última aparición fue Zabaleta? Romagnoli está por dar las hurras y no aparece en la cantera otro "10" con talento de crack. ¿Usted está acaso pensando en Leonel Rinaldi?

San Lorenzo se debe una sincera autocrítica, como punto de partida para recuperar la punta del ovillo que no es ni más ni menos que la credibilidad perdida. Si no logramos ser un club confiable, creíble, serio. Seguiremos atrapados en una enorme enredadera de fracasos y derrotas, acostumbrándonos a oler naftalina, palideciendo de a poco, pareciéndonos cada vez más a ya saben quiénes. Sí, no se escandalice ni se haga el distraído: si no hay un cambio de 180 grados, no tenga dudas de que eso también ocurrirá.

Fuente: De Boedo Vengo

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