Poco más de un año le bastó a esta gestión, que pregonaba unidad y proyectaba grandes obras, para sumir a San Lorenzo en una de las peores crisis de su historia. ¿Y ahora, qué?
A estas alturas, decir que la Administración Abdo hizo todo, absolutamente todo, mal resulta innecesario, redundante. La incapacidad para conducir a San Lorenzo queda expuesta, una y otra vez, ante cada acción y cada palabra de nuestro Presidente. Por caso, que haya sostenido, seriamente, y pocas horas antes del último partido, que este equipo "todavía puede ser campeón", habla a las claras de su total falta de contacto con la realidad. Algo que ya se dejaba entrever mucho antes de que tomara las riendas del Club.
También era previsible el derrotero de cualquier DT, llámese Tojo, Asad o Madelón, que no tomara con las dos manos el timón de un barco con rumbo de colisión directa, un barco cuyo capitán eran -y seguirían siendo- sus marineros. Mucho dijimos, a riesgo de aburrir, sobre el peligro de no limpiar un Vestuario que reunía lo peor de dos mundos: ínfulas de gloria, por un lado, y acumulación de fracasos deportivos, por otro. San Lorenzo necesitaba un ABL que nunca se hizo a fondo.
Pero nada más inútil que quedarnos con eso de "lo avisamos", "lo adelantamos", "lo anticipamos". ¿De que sirve que luego nos digan "tenían razón", si el resultado termina siendo el peor para todos? ¿Acaso ese reconocimiento tardío -si es que llega- nos inmunizará del dolor de un eventual Descenso? La respuesta es no. No alcanza con tener la consciencia limpia por haber previsto el desastre, cuando otros estaban de parabienes.
En el puesto 17º entre 20, con apenas 8 puntos en 8 partidos, hoy San Lorenzo no está en Descenso directo de casualidad. Quedan 11 encuentros (33 puntos), de los cuales habría que ganar al menos 6. ¿Hay algún entrenador, sobre la faz de la Tierra, que pueda asegurarnos esa cifra, con un plantel mediocre, mal conformado, y signado por una mayoría de futbolistas sin muchas luces y un puñado de líderes negativos? Otra vez, la respuesta es negativa. Sobre todo si se tiene en cuenta, por el mero uso del sentido común, que los DTs más aptos para semejante faena serían -también- lo suficientemente sensatos como para rehusarse a comandar un equipo en estas condiciones.
Pero pese a que el sentido común no ofrezca la respuesta que deseamos, no conviene desafiarlo. Lo hicieron hasta ahora y los resultados están a la vista: En el plano deportivo, el próximo entrenador será el sexto en 15 meses en los que un San Lorenzo rehén del plantel obtuvo el 33 por ciento de los puntos en juego; y en el plano económico un Balance contable que llevó el pasivo corriente de 80 a 149 millones de pesos al mes de junio, documento que el mismo gobierno publicó y evidencia una gestión horrible.
Nunca es tarde para reaccionar, tomar cuenta de los errores y planificar. El próximo entrenador debe ser una inyección anímica para todos, decidido a ordenar el vestuario y que su horizonte supere el mes de junio, porque después la pelea será tan dramática como esta.
Y en lo institucional, lo de siempre. Dejarse ayudar, escuchar a quienes desoyeron hasta ahora y empezar a hacer política en serio, replantear el modelo de club o, simplemente, en junio pensar para qué quisieron administrar el club más grande de la República.
Fuente: De Boedo Vengo
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